Besos de papel

Todas las mañanas, Virginia dejaba la marca de sus labios en un papel, aquello lo convertía en un tesoro para Ricardo: un papelito con sus labios, rojos, rosas, brillantes, intensos; era un beso muy especial. Aquella costumbre empezó un buen día como un juego. Virginia pensó que sus labios llevaban demasiado color, así que cogió un pequeño tisú de papel del baño, lo dobló y cuando vio el resultado ella misma se quedó prendada por lo que vio. Eran sus labios formando una "O" casi perfecta, con su perfil que parecían decir "bésame". Desde entonces, lo hacía y dejaba aquel trocito de papel marcado en el lavabo de Ricardo. Al llevar horarios distintos nunca coincidían por la mañana, pero por la tarde cuando Virginia volvía aquel pequeño beso ya no estaba. Nunca se lo había dicho pero sabía que Ricardo ansiaba esos besos mañaneros. Una mañana, mientras Virginia ordenaba las camisetas en el armario, descubrió una cajita de zapatos que guardaba todos sus besos. ...