Mi mesilla de noche


Mi mesilla de noche no es solo un mueble. Es un pequeño altar a mis recuerdos, deseos y secretos. Si alguien lo abriera, descubriría quién soy, aunque nunca se lo contara con palabras.

En el primer cajón hay una libretita de tapas blandas, de esas con hojas amarillentas que guardan las palabras que nunca me atreví a decir o las que se me ocurren en mitad de la noche. Algunas páginas están llenas de tachones y rabia; otras, de letras tan delicadas que parecen susurros.

Junto a la libreta está un mechón de cabello envuelto en un lazo rojo. Es de mi hija cuando era bebé. Cortarlo fue como arrancarme un trocito de corazón, pero guardarlo me recuerda que hay pedazos de amor que permanecen intactos.

También hay un sobre ajado por los años. Dentro, una carta escrita con tinta ligeramente desvaída por quien ahora es mi marido, en los días en que el amor era nuevo y la distancia dolía. "Te extraño más de lo que puedo explicar", decía entre confesiones sinceras y promesas que entonces parecían eternas. Cierro los ojos y vuelvo a aquel instante: la emoción al recibirla, la ansiedad con la que desdoblé el papel y la forma en que mi corazón se aceleró al leer cada palabra. Aún puedo escuchar su voz resonando en mi mente mientras recorro la caligrafía, como si el tiempo no hubiera pasado.

Al fondo del cajón hay una cartera de marroquinería, de esas que eran plena moda en los ochenta. Dentro hay dos entradas para un concierto que nunca tuvo lugar, porque esa noche discutimos. Lo guardo como recordatorio de que algunas heridas no se curan, pero pueden cicatrizar si sabes mirar más allá.

Entre estos recuerdos, una pequeña linterna descansa al fondo del cajón, su luz titilante testigo de noches de insomnio y lecturas furtivas. Junto a ella, cuidadosamente disimulados entre la ropa interior, están dos antifaces para dormir. Uno de satén negro, que cubre los ojos con una suavidad casi maternal, y otro de algodón blanco que dice “sweet dreams”, cuyo diseño parece susurrar historias de viajes y momentos robados al tiempo. Acariciarlos me devuelve la memoria de noches compartidas y suspiros a media voz.

Todo eso vive ahí, en mi mesilla. No son solo objetos. Son la prueba de que soy un cúmulo de historias que no siempre he sabido contar, pero que me hacen ser quien soy.

@SoniaGama65



Comentarios

  1. Con todas esas palabras delicadas y cuidadosamente escogidas, ya sabemos un poquito más de ti 😊

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y con esa observación tan perspicaz, ya sabemos que no solo lees entre líneas, sino que también ves más allá de las palabras ;) Encantada de tenerte por aquí S.G

      Eliminar
  2. Que placer descubrir lecturas como estas, en los tiempos que corren. Donde dejamos a la IA que rellene cada vez más nuestras vidas.
    Leer sentimientos, sentir anhelos profundos, conocer logros e interpretar recuerdos, para despertar los propios. Y desde el paralelismo acariciar el encuentro en el infinito .

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aunque la IA puede imitar, solo el corazón humano puede sentir y crear verdaderamente. Me hace feliz saber que mis palabras te hayan servido para despertar sentimientos y recuerdos. Gracias por pasarte por aquí S.G

      Eliminar
  3. Un lujo poder descubrir estos breves escritos. Leer sentimientos , anhelos y sueños, que despiertan los propios…
    Da gusto encontrar escritos como estos en los días que corren, donde la IA nos invade.
    Muchas gracias SG

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tenemos que ser mas audaces que una IA que intente imitar nuestros sentimientos. Pero creo que solo el corazón humano es capaz de crear con palabras llenas de emoción. Gracias por leerme. Espero que sigas disfrutando con otros escritos mios. S.G

      Eliminar

Publicar un comentario

Cada cometario que recibo es un regalo. Gracias por tomarte el tiempo para contribuir y que este blog cobre vida. ¡Espero verte de nuevo pronto por aquí! S.G - @SoniaGama65

Entradas populares de este blog

Café con un extraño

La búsqueda de una sonrisa