Lugares comunes, esos maravillosos y malditos lugares
Resultan tan cómodos, tan aparentes. Cuando empezamos a escribir acuden sin darnos cuenta de forma cautivadora a nuestra mente, como no dejarse seducir por ellos. Probablemente al principio no nos demos ni cuenta de su uso. Pero no, debemos ser fuertes y sobre todo creativos y huir como “alma que lleva el diablo”. La primera vez que oí hablar de ellos fue en un maravilloso taller de escritura creativa organizado por el ayuntamiento de mi ciudad. Ada Menéndez nuestra profesora, un encanto de persona y mejor poeta, cuando leí aquello de: “Y el sol radiante se filtró con fuerza por entre las rendijas de mi persiana haciendo que abandonara mi placentero sueño.” Me miró muy seria y no sé si fueron sus palabras o la cara de asquito que puso que me quedó bien claro que nunca, nunca debía volver a escribir “un lugar común”. Por si todavía no os habéis dado cuenta que es un lugar común os lo aclaro con gusto. Se trata de una frase, expresión o idea de uso...