Fábula para una ciudad sorda 🎻
Me apoyo contra el muro frío, rugoso, como si la piedra pudiera absorber la soledad que me habita. Toco el violín, y cada nota es un hilo invisible que intento lanzar hacia el mundo, aunque sé que el viento roba mis melodías antes de que lleguen a nadie.
Mi perro, mi único testigo, descansa a mis pies: su lealtad es la única certeza en este exilio de calles y sombras.
La música brota de un lugar hondo, donde las palabras se han suicidado y solo queda el temblor. La música parece llenar el aire y, por un momento, la ciudad se detiene. Pero cuando el violín enmudece, el silencio se vuelve más denso, y me pregunto: ¿quién nombra la soledad cuando la música calla?
Entonces vuelvo a tocar para llenar el vacío, para que la tarde no me trague entera.
Siento que la ciudad me mira de lejos, indiferente, y yo permanezco aquí, entre la herida y el deseo, inventando una fábula de consuelo con cada arco que deslizo.
Hoy soy la extranjera de mi propia vida, la que espera algo que no tiene nombre. El violín es mi voz y mi refugio; la piedra, mi frontera; el perro, mi infancia perdida. Y en este rincón, mientras la música se disuelve en el aire, me pregunto si alguna vez dejaré de ser la que espera.
@SoniaGama65
Comentarios
Publicar un comentario
Cada cometario que recibo es un regalo. Gracias por tomarte el tiempo para contribuir y que este blog cobre vida. ¡Espero verte de nuevo pronto por aquí! S.G - @SoniaGama65