Mi mesilla de noche

Mi mesilla de noche no es solo un mueble. Es un pequeño altar a mis recuerdos, deseos y secretos. Si alguien lo abriera, descubriría quién soy, aunque nunca se lo contara con palabras. En el primer cajón hay una libretita de tapas blandas, de esas con hojas amarillentas que guardan las palabras que nunca me atreví a decir o las que se me ocurren en mitad de la noche. Algunas páginas están llenas de tachones y rabia; otras, de letras tan delicadas que parecen susurros. Junto a la libreta está un mechón de cabello envuelto en un lazo rojo. Es de mi hija cuando era bebé. Cortarlo fue como arrancarme un trocito de corazón, pero guardarlo me recuerda que hay pedazos de amor que permanecen intactos. También hay un sobre ajado por los años. Dentro, una carta escrita con tinta ligeramente desvaída por quien ahora es mi marido, en los días en que el amor era nuevo y la distancia dolía. "Te extraño más de lo que puedo explicar", decía entre confesiones sinceras y promesas que entonces ...