A ti, mi casa, mi mapa, mi regreso

                                                                           Te recorro,

ciudad mía,

como quien acaricia la piel de un viejo amor

que nunca termina de revelarse.

Te conozco desde siempre,

pero siempre logras sorprenderme:

una grieta nueva,

un balcón que nunca vi,

la risa de un niño en el parque

donde yo misma fui niña,

corriendo tras las palomas

o subiendo, temblorosa,

los escaloncitos para besar el manto

de mi querida Virgen del Pilar,

sintiendo que todo era posible

si lo deseaba con fuerza.

Recuerdo a esa niña,

pequeña y ajena al tiempo,

tus fuentes y árboles fueron mis primeros cómplices,

y el eco de mis juegos aún resuena en tus calles.

Fuiste mi refugio en la juventud.

En el “Tubo”, sus calles estrechas,

con noches infinitas

y el sabor de la vida

en cada bar, en cada esquina.

Risas, brindis, miradas furtivas.

Bebí mi juventud a sorbos

entre paredes que guardaban secretos

y encuentros que nadie sabe.

Hoy, pienso en ti,

y siento que aprendí que eres como un cuerpo

que se recorre con hambre

y se recuerda con sed.

Te elegí como testigo

el día de mi boda,

en la Basílica de Santa Engracia,

cuando el eco de mis pasos

se mezcló con los de quienes me amaron antes,

y sentí que eras casa,

eras altar,

eras futuro.

Te paseo

con ojos limpios,

como un turista que aprende a mirar

por primera vez.

Y tú, generosa,

me muestras tus secretos:

un grafiti escondido,

el perfume de un jazmín

que nadie más huele,

un atardecer que sólo existe

para quien se detiene a mirarlo.

Ciudad mía,

amiga, amante,

sabes que siempre te llevo en la memoria.

Gracias por los recuerdos que me devuelves,

por la infancia que se me escapó de las manos

y por esa juventud que aún me guiña un ojo.

Tengo la certeza de que,

mientras te camine,

seguiré encontrando en ti

motivos para quedarme

y razones para volver

mi Zaragoza querida

@SoniaGama65




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