La búsqueda de una sonrisa

 



Me encontré con tu sonrisa una mañana de sábado. Allí estaba entre fotos amontonadas de vacaciones dispersas. Era como si hubiera estado esperando a que la descubriera. Me detuve, atrapada en un mar de recuerdos. Éramos jóvenes, sin preocupaciones, y la distancia entre Ámsterdam y el Mediterráneo parecía no importar. Siempre encontrábamos la manera de acortarla, ya fuera en un fin de semana largo o en unas vacaciones planeadas al detalle.


¿Por qué lo dejamos? Ni siquiera lo recuerdo con claridad. Tal vez fue esa misma distancia que al final terminó por desgastarnos. Pero ahí estaba yo, con tu sonrisa clavada en mi mente y mi vieja compañera, la curiosidad, susurrándome al oído: "Búscalo". Y así lo hice. Me lancé a la odisea digital, convencida de que las redes sociales harían su magia.


Sin embargo, no fue tan sencillo como imaginaba. Encontré a varios hombres con tu nombre, pero ninguno eras tú. Mi terquedad maña no conoce límites. Finalmente di con alguien que te conocía, un compañero de trabajo tuyo. Ya sabes, eso de que estamos a tres contactos de cualquier persona en el mundo…


Una tarde tranquila en casa decidí escribirte. No fue fácil; borré y reescribí ese mensaje mil veces hasta que quedó perfecto. Quería que sintieras que era yo, como si el tiempo no hubiera pasado. Al final, te envié un correo breve pero cargado de intención: te conté que había encontrado unas fotos nuestras y quería saber qué había sido de ti.


Esperé tu respuesta con una mezcla de emoción y nerviosismo. Imaginé tu expresión al leer mi mensaje, tal vez una mezcla de sorpresa y nostalgia. Y no tardaste mucho en responder: al día siguiente tenía un email tuyo en mi bandeja de entrada. Eran apenas siete líneas, igual de escueto que el mío, pero suficientes para transportarme a aquellos días donde éramos jóvenes y despreocupados.


–“Disfrutamos de un tiempo increíble. ¡Éramos tan jóvenes, sin preocupaciones y por supuesto guapos!”, escribiste.


Esa frase fue como una chispa encendiendo algo dormido en mí. Podía escuchar tu risa entre líneas y recordar el eco profundo e íntimo de tu voz susurrando en mi oído: "te quiero". 

Esa noche te contesté con un email más largo; quería contarte todo: cómo había sido mi vida desde entonces y lo difícil que fue encontrarte. Pero después… silencio absoluto.

Nunca volví a saber de ti.


Al principio me frustró tu falta de respuesta, pero el tiempo hizo su trabajo y lo dejé ir. Ya no éramos los mismos y la conexión del pasado parecía haberse desvanecido por completo. Ni siquiera te felicité aquel 23 de febrero, aunque todavía recordaba que era tu cumpleaños.


Y la vida, esa cabrona desleal continuó su curso –como siempre lo hace– y yo guardé tu sonrisa nuevamente en un cajón del olvido. Solo me acordaba de ti una vez al año… hasta que un día decidí cambiar mi foto de perfil en aquella red social olvidada. No soy muy activa en estas plataformas, así que subí una imagen nueva y me desconecté por semanas.

Cuando volví a entrar… ahí estaba tu mensaje:


–“¡Estás muy distinta con el pelo liso! Visité nuestra playa después de casi 35 años y casi no podía creer en qué se había convertido nuestro lugar favorito. Un abrazo”.

Mi corazón dio un vuelco. «¡Madre mía! ¿Me ha estado siguiendo todos estos años en silencio?», pensé.  

No soy rencorosa –y para qué negarlo– me alegró saber de ti otra vez. Te respondí sin pensarlo demasiado.


Esta vez intercambiamos algunos mensajes más; incluso me diste tu número de móvil y pasamos a WhatsApp después del verano. Volviste a comentar sobre mis fotos: 


–“Aquí estás mucho más guapa, con tu pelo rizado y tu bonita sonrisa”. Y así comenzó esta extraña conexión renovada entre nosotros.


Guardaba tus mensajes como pequeños tesoros digitales hasta que cambié de móvil y todo se perdió: tus palabras, tus halagos… todo desapareció como si nunca hubiera existido.


Hoy he vuelto a cambiar mi foto de Whatsapp con la esperanza –quizás ingenua– de volver a leerte. ¿Lo harás? ¿O esta vez serás tú quien guarde mi sonrisa en algún rincón olvidado?


@SoniaGama65


Comentarios

Entradas populares de este blog

Mi mesilla de noche

Café con un extraño