¡Finales infinitos y principios eternos!

Hay finales que son infinitos y principios que fueron eternos.

La vida me ha dado una familia maravillosa, un marido que me ama, hijas que son mi orgullo, un trabajo que me ha permitido construir mi propio camino. Y, sin embargo, hay momentos en los que un recuerdo regresa con la fuerza de una ola que nunca se disipó del todo.

Hoy ha sido una canción en la radio. No la había escuchado en años, quizá décadas, pero han bastado los primeros acordes para transportarme a aquel verano en que tenía dieciséis años y el amor era absoluto, sin fisuras ni dobleces, solo una certeza ardiente de que sería eterno.

Él tenía dos años más que yo. Para mí, ya era un hombre, hermoso, de ojos azules como el cielo y sonrisa irresistible. Esa diferencia de edad lo hacía aún más fascinante, pero no era solo eso. Su forma de hablar, siempre alegre, su manera de escucharme, de entenderme, me envolvían como un hechizo del que no quería escapar. Nos creíamos invencibles. No importaba el mundo, no importaba el mañana. Solo nosotros, las tardes robadas a las obligaciones, los besos entre risas, las promesas susurradas en la penumbra de una calle desierta. Pero la juventud es un fuego que consume rápido, y la vida nos llevó por caminos distintos sin darnos tiempo a entender que algunos amores no se extinguen, solo quedan en pausa, esperando un susurro, una chispa, para volver a arder en la memoria.

Sé que se casó y tuvo dos hijos, como yo. Aún lo vi en alguna ocasión y comprobé que seguía siendo un hombre tremendamente atractivo, con la misma sonrisa adorable y el mismo brillo en los ojos que me hacía perder la cabeza. Hace años que no he vuelto a saber de él, pero solo con pensarlo mi corazón dibuja una sonrisa, se expande de alegría y noto que todavía revolotea por él.

Cierro los ojos y dejo que la canción termine. Mi corazón, que tantas veces ha latido por otros motivos, ahora palpita como si aún tuviera dieciséis años. No es nostalgia amarga, es una dulzura cálida, un regalo del pasado que hoy me permite sonreír.

Porque hay finales que son infinitos y principios que fueron eternos.

@SoniaGama65 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Mi mesilla de noche

Café con un extraño

La búsqueda de una sonrisa