La operación


El miedo se apodera de mí. Nervios, tensión, me siento paralizada. Es una sensación que apenas entiendo. Como si estuviera en un largo pasillo oscuro, con paredes lisas y frías, exentas de vida, y al fondo solo la oscuridad, un agujero negro que me atrae pero al que mi conciencia me alerta de que no vaya. Quiero luz, deseo salir corriendo en dirección contraria, pero mis pies están anclados en ese pasillo y una fuerza extraña me empuja hacia adelante. De pronto siento un leve susurro, una brisa de aire putrefacto pegada a mi oído que me dice: "Enseguida no sentirás nada, caerás en un profundo sueño."


Ahora sé que ya no hay marcha atrás, que no puedo hacer otra cosa que dejarme llevar, abandonarme a mi suerte y encomendarme al recuerdo de la claridad del sol que brilla en el cielo azul fuera de este pasillo.

Oigo voces, no sé cuántas, ni distingo a quién pertenecen. Respiro profundamente y me desvanezco, etérea, ausente, hasta que repentinamente vuelvo a abrir los ojos y el pasillo se ha convertido en una sala con focos enormes de luz blanca que me destellan y confunden. Todo ha pasado, el miedo se ha convertido en dolor, los nervios en decaimiento y la tensión en una falsa calma que me advierte que lo peor ya ha pasado. Ahora todo depende de mí y de que los médicos hayan hecho bien su trabajo.

S.G - @SoniaGama65

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mi mesilla de noche

Café con un extraño

La búsqueda de una sonrisa