Yo quería algo más
Yo buscaba algo más, siempre se busca algo más a lo que se tiene.
Con 19 años buscaba alguien que no solo me quisiera y me lo demostrara, sino alguien que me protegiera, alguien que me hiciera sentir que siempre lo tendría a mi lado cuando lo necesitase, alguien que me hiciese sentir como la más guapa, la más inteligente, la más simpática de entre todas las mujeres.
Tuve a esa persona, o por lo menos a una persona que se le acercaba mucho. Alegre, cariñosa, que me tenía en un pedestal, que cuando me miraba a los ojos no le cabía más amor en ellos, pero a la vez se comportaba con tal despreocupación por todo que yo lo veía como a un niño.
Ahora con los años quizás lo vea de otra manera, no era un niño, sino un joven, un hombre que comenzaba a vivir la vida, a sentir algo más que sus necesidades primarias.
La vida estaba empezando para los dos y mientras yo ya tenía sueños lejanos, él vivía el momento, el día a día, no tenía por qué preocuparse por nada más, era feliz.
Podíamos estar al teléfono más de una hora sin parar de hablar, salir y seguir hablando, seguir contándonos cosas.
En especial recuerdo, tampoco sé porque viene a mi memoria este recuerdo, un día en que una persona mayor, influyente en mi ciudad, tras haber coincidido en la cena de Pase de Ecuador de la carrera que estudiaba este chico me hizo ciertas proposiciones que a oídos y mente de una chica de 19 años de los 80 sin tanta información como ahora, me dejaron noqueada, como se suele decir ahora tenía que verme yo en esa situación que ya veríamos como le daba la vuelta a la misma.
Pero bien, volvamos al momento, quedé con mi amigo, mi novio objeto de esta historia, y tras verme tan triste me abrazó, me besó y cogiéndome como si estuviéramos escuchando el vals más precioso de la tierra comenzamos a bailar dando vueltas por la acera de aquella calle custodiada por altos arboles de hoja caduca. Enseguida se me olvidó todo y volví a sonreír.
A veces echo de menos esa locura alegre, esas salidas ocurrentes de aquel pandereta de la tuna que tanto me hizo soñar y a cuyo recuerdo acudo cada vez que escucho la tuna rondar.
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