Las mil vidas que pude vivir







A lo largo de los años he conocido mucha gente, niños, jóvenes, ancianos mujeres, hombres. 

He vivido momentos, circunstancias que han hecho de mí la persona que soy hoy en día.

Mis viajes, mis amistades, mis enemigos, mis conocidos, las ciudades y pueblos que he conocido, los montes, prados o campos por los que he paseado, los libros que he leído, las cosas que me han dicho, las otras que he oído y aquellas que he intuido. Los amores infinitos, los desamores desgarradores, las ilusiones, los sueños cumplidos y los inalcanzables, los olores que se grabaron en mi mente para volar a esos momentos mágicos, a esas comidas en familia, a esa playa al atardecer donde las olas me susurraban historias del océano, olores a rosas de terciopelo rojo, esas grandes, suaves y esponjosas que crecían en el jardín, olores a fragancias perdidas como Farala, Heno de Pravia o 1916. 

 

Todo eso que conservo en mi interior, en mi mente, en mi alma, en ese lugar privado e íntimo donde me refugio cuando quiero recluirme en mi inmensidad, cuando quiero alejarme de lo cotidiano.

 

A veces cuando me encuentro en ese mundo paralelo no puedo más que pensar como habría sido mi vida si en tal o cual ocasión hubiera tomado otra decisión, hubiera tenido la valentía de haber mirado aquella persona a los ojos y le hubiera dicho lo que realmente sentía, lo que realmente quería. 


Pero también y a raíz de comentarios después de los años, esos años que dan otra perspectiva diferente y más sosegada de las cosas, esos años que ya nos han enseñado en que derivaron nuestras decisiones, pues eso a raíz del paso del tiempo y de esos comentarios he visto que podía haber sido la pareja perfecta para alguien que ya se cruzó en mi camino e incluso para alguien que acabo de conocer y con quien siento una conexión especial.


Y entonces mi mente vuela, imagina, inventa historias, vidas y sonrío pensando en las mil vidas que se encierran en mí, en las mil vidas que pude vivir.

 




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